SU PERSONA
DOLORES
RODRIGUEZ SOPEÑA es una mujer de ayer y
de hoy. Un regalo y una chispa de luz para nuestro mundo.
Su
nacimiento tuvo lugar en un pueblecito de Almería, Vélez Rubio (España), el 30
de diciembre de 1848.
Sus
padres fueron para ella modelos de vida humana y cristiana. Don Tomás era un
hombre justo, valiente, de gran corazón y doña Nicolasa era una mujer
ingeniosa, vehemente, graciosa y muy dada a las obras de caridad. Dolores llega
a ser una síntesis de ambos.
Su
corazón es especialmente sensible al sufrimiento y a la falta de dignidad de
muchas personas, y su deseo es dar a conocer a Dios a quienes no han tenido suerte
de conocerle y experimentar su amor al Padre.
Su
carácter inquieto, vehemente, disponible, confiado, enérgico hizo de ella una
mujer emprendedora, capaz de salir al encuentro de sus hermano/as en las
encrucijadas de la vida, estando dispuesta a ir donde fuera necesario, donde
sentía que Dios lo quería; la solidez de sus convicciones, su firmeza de
carácter y su confianza en Dios la hacían capaz de superar no sólo las
dificultades, sino enardecerse en ellas, desde la profunda certeza de que nunca
estaba sola, Dios siempre iba con ella.
Dolores
tenía un corazón grande, sensible, acogedor, deseoso de abarcar el mundo entero
y de llegar al corazón de cada persona que se cruzara en su camino para
tenderle una mano y crear las condiciones para que viviera según su dignidad de
hijo e hija de Dios, con el deseo de hacer de todos una sola familia en Cristo
Jesús.
Su modo
comprometido de vivir y responder a las necesidades de su entorno, hace de ella
un modelo de vida cristiana reconocido por la Iglesia y propuesto como camino,
luz y guía de todos los que deseamos
vivir de su mismo espíritu.
Dolores
Sopeña murió en Madrid el 10 de enero de 1918 y sus restos reposan actualmente
en Loyola-Azpeitia (España).
EL 23 DE MARZO DE 2003 FUE BEATIFICADA POR S.S. JUAN PABLO
II